domingo, 21 de mayo de 2017

Otro

Una araña enorme con plumas amarillas se metió galopando a la cocina, galopando, sí, como caballo, araña enorme; tres alacranes brillantes frotaban sus colas dentro y al borde de un vasito plástico blanco, de esos que se usan para la gaseosa o el café. Puse freno al galope de la araña con mi escoba en mano, aunque no la maté. Y mientras los pinchudos se salían del vaso yo atinaba a repetir que dentro del templo no se mata, dentro del templo no se mata, dije, hasta que los perdí de vista. Cuando dejé de verlos me angustié. Me trinaron todos los pelos del sueño.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Contacto