sábado, 4 de mayo de 2013

Cuatro del Cinco

 Difamación del uso extremo del Tiempo. Acurrucadísimas las flores blancas como platos, acurrucadísimas, quizás el frío, pero aun así, perfuman el patio entre noches de gatos maullándose las cuarenta. Deseo de captación de vista, de cosa que entra al cuerpo por los ojos, lamida matutina de cielo post diluvio pronosticado que por anunciado fue esperado y no acontecido. Acurrucadísimas las flores blancas, mis cóncubes felinas, mis ansias migratorias. Sobre la cama un barco ondula lento.


Desde hace muchos espesores de tentativas narrativas que mis Hadas peregrinas del juego aman y envejecen las horas que yo cuento como me enseñaron a contar. Antes del pronóstico nos miramos las tres. Ellas dos saben que soy sensible y que estas espesuras tempóreas me alimentan la lágrima gorda. Me acurruqué en un beso en cada una de las panzas. Jamás me han negado el mimo ni durante mis más tempestuosos tránsitos de oscuridad densa. Siempre sabré que aunque a este mundo no lo entienda, la búsqueda más sórdida que hemos emprendido ha encontrado silenciosa caricia en nuestros letargos cotidianos. Pensamos las tres, lo sabemos al mirarnos a los ojos, que más allá de nuestro barco no hay absolutamente algo tan real como Nos. Aquí.
Y ahora.

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