Empezaba a picarme el pelo pero sobre todo
empezaba a picarme el oído.
Enseguidita empezaba a picarme el cuello, empezaba a picarme el mentón.
Cuánto me picaba el mentón que empezaba a picarme la boca
me picaba la boca, tanto me picaba la boca
que ya empezaba a picarme un hombro,
el otro,
ambos todos los dos hombros empezaba a picarme.
Lueguito nada más empezaba a picarme hacia abajo
empezaba a picarme todo por mi cuerpo
por mi cuerpo todo empezaba a picarme.
Y cada vez que empezaba a quedarme sólo lo de adentro
(alegría, Alegría)
me tocaba a mí reinventar un extraño lenguaje para expresarle
-suplicante-
'¡Jack, ya no me piques,
ya no piques, Jack!'.
''Voy a gritar tu nombre hasta que muera''
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