viernes, 13 de octubre de 2017

Qué

Y de última, a vos qué te importa dónde yo deposito mi amor? Y qué te te importa mi manera bestial de sentirme mejor entre la animalada, qué te importa si no dejo de llorar mientras lavo las ropas, mientras limpio el inodoro en el que measte afuera más de una vez... Qué tipo de reflexión o acotación te despierta mi andar meditabundo y errático, si no doy el pie con la bola o si me rasco la cola, qué te importa. ¿Me olés?
La señora con título me manda a curar mi genealogía así, comprando cosas para mí, y yo pienso 'Claro, Señora, cómo se nota que a usted nunca le chupó el ojo un gato a la mañana; Usted me manda a comprar ropa y yo hago la prueba dos o tres veces y siguen sin fabricar la ropa de mi tamaño'.
Allá, un señor mayor se babea de tanta pastilla que le metieron. Allá, se cagan a tiros por falopa, por cosas mayores o bastante menos significantes; allá censuran una poesía y a mí hace unos días me mandaron a allá, a hacerme coger por dos hippies, por expresar mi deseo de la reproducción canina... 
Mirá, miráme bien: la alfabetización me dejó sin trabajo; las formalidades del método me clausuraron el empeño; el abuso me estropeó la confianza y mi idea de integridad. Dudo de lo íntegro. Veo pocas cosas más enteras que las plantas que no hayan sido armadas a fuerza de golpes; pocas cosas sin remiendos: esa mujer, en la plaza, entierra un pajarillo y llora. Su hijo la acompaña, no obstante ella llora al pajarillo muerto...
Y a vos qué te importa. Yo paso por al lado y me pongo a llorar con la mujer. Un pájaro también se murió en mi mano y me tocó devolverlo a la tierra. Te vi entonces pasar por al lado y mirar para allá, para el sector de las lucecitas de colores, para el sector de los aplausos...

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