martes, 16 de julio de 2013

Aunque

Mezclé los cartoncitos sin querer.
En cada uno de ellos había escrito unas letras.
Había escrito antes de describir
y describí antes de haberlos mezclado.
Generalmente, una sutura de puntuación
hace creer que un

te
xto
no es
poema
no obstante
lo cual
para
mí...

Un día el tiempo se me vino frente a la cara como un cuadro, sí, como uno de esos del pintor conocido, re-conocido, ya saben, ése pintor, el que diluyó pintura sobre un lienzo para intentar diluir la imagen del tiempo, y no al tiempo en una imagen, sino la idea que causa la idea que causa la sensación, la idea de caducidad, la idea de caducidad que causa angustia. Así. Eso. Me confundí, sé que ese momento fue una verdadera confusión, una convulsión en los poros, un mirar y no creer, no reconocer no admitir ni recordar la certeza de lo que no se quería tomar como cierto, por innecesario. Fue imperioso silenciar. Pajaritos, ecos, maullidos y canciones. Murmullos. Algunos pocos se metieron por las goteras, junto con las gotas, pero no cuentan más que como detalle, detalle del relato, que para esto otro, no cuenta. Ahora no cuenta. Ensayé el animal interior. Inferior. Aprendí la derecha y la izquierda con la nariz y con las orejas. Un eje que no imaginé de chapa sino de luz de sol contra la chapa, así, bien encandilante, el eje corresponde a mi sitio, respiro. Respiro repetí Acepto. Acepto. Aunque, nos leo y



seguimos despidiéndonos
con idéntico agradecimiento.



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