Estilo de la entrada

Qué nos cuesta ponerme a decir
que no entiendo el mundo de la palabra saturada de restricciones, que el pasado condena, contagia o contamina y que claro que condenar la risa, contagiar la risa y conaminar la risa no es lo mismo, aunque de entrada y por coocurrencia podría parecer que sí, que es lo mismo y aunque no lo es parece recaer en el instinto el peso de los dogmas lustraditos que adoramos que adoramos que adoramos, lindo adorno, y entonces vivir para enfermarse de explicación de lo que no es, de lo que no está, como la palabra. La misma saturada de la primera línea. Locura.

Qué nos cuesta ponerme a sostener la mirada cuando los ojos ya se fueron hace ratísimo a otro tiempo, acto cotidiano, evasivo, como quieras llamarlo, ya te digo que no nos cuesta nada, soltarlo, ameritarlo, serví más si total, este transito de asiento a asiento es también otra de las absurdas descripciones de algo que hicimos ya en un tiempo muy pasado a este relato.

Y qué nos cuesta ponerme a decir que no, que sí que no, total sigue siendo ego quien pregunta, enunciador, enunciado, y el otro ya sabemos, los roles, que se alternan, que se intercambian, mentira una tras otra de mí para que no esté tan mal, tan loco tan insano, de usted para que no esté tan mal, sobre todo para que usted no esté tan mal y de paso aprovechamos y me culpo como es costumbre sobre todo mía y entonces decido asentir, mirar, si total qué nos cuesta ponerme en el mismo lugar que ya conocemos, lo desconocido, para usted que en un intento de sanación ajena provoca una atenuación de lo sentido, reprimido,póngale que sí, y que vuelve a preguntarse en ese mismo momento por qué no pega dos gritos y mueve el culo hacia otro lugar...


Nos cuesta no hacerlo porque nos gusta hacerlo más que dejar de hacerlo.
Quizás del otro lado usted no encuentr loq ue imaginó. Quizás del otro lado no halle yo más que cosas nuevas.
de todos modos, la desventaja es que es suyo el mismo miedo que no nos deja. Ni una cosa, ni la otra.
Entonces, ¿qué nos cuesta?