domingo, 17 de abril de 2011

No lo es.

Sustancialmente una medida de anís en plena media noche ha movido las letras imprenta manuscritas. Las ha movido sustancialmente. Pero bajo ciertas circunstancias que doblegan el asunto hasta el sentido del deber beber para poder decir y explicar lo que no ha sido entendido -más por los otros que por mí-, explicar las formas de no decir que tiene uno con tanto silencio, explicar las formas de aproximar un actoabrazo a un otro cuerpo desde el propio -cuerpo, claro-, siempre desde el propio.

Sustancialmente una fibra mínima dicta la necesidad de explicación como en un canto, como si un canto lo recitara de forma si no más leve, más amigable, pero un canto es otra vez un decir lo no dicho en el silencio previo, en el silencio previo al canto, que vuelve a ser otra de las formas por la que los demás creerán saber, por la que yo creeré explicar, y no. No lo es.

Sin embargo, sustancialmente, es un acto explicativo el cantar para decir, es un acto mentiroso pero benévolo, que aceita el vértigo del silencio con escalas y escaleras desde mi actoabrazo público hasta esas formas de mí que se esconden en los silencios ajenos.


Alegría.

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