miércoles, 21 de julio de 2010

Últimas veces

Ahhhh los giros discursivos... Las formas que encontramos de justificar desde lo más bueno hasta lo peor. Estoy escuchando una canción y pienso en un momento en algunas frases que anduve leyendo y escuchando. Frasesformas estructuradas tán lógicamente que son si no un metal un madero de San Juan: armas básicas y rígidas contra aquello que representa un conflicto en un plano real, instrumentos volátiles y prácticamente imaginarias.

Ya sé que hace tiempo que no, pero estaba entre esos pensares también, como el pensar que enuncié antes, en las cosas, en lo que decimos de las cosas, en las transformaciones que sufren las cosas en las cosas que contamos y en la forma en que dejamos de contar las cosas para transformarlas en otra cosa muy distinta de la  cual, seguramente, podríamos decir otras cosas y así, una 'larga cadena de cosas' -para no dejar de citar a Luis-, en la que ya se tergiversa todo tanto que todo es nada 'y también viceversa' -para no dejar de citar, desde luego, a don Mario-.

Te dije. Claro, a veces se me pasa. Pero te dije. Tardo un poco en reaccionar. Sí, un poco más de actitud que una babosa, eso sí. Pero te digo, ahora, que te dije que normalmente toma tanto tiempo que en algún momento se te olvida y comenzás a recordar sobre la base del olvido y es ahí cuando ocurre, en ése lugar de recuerdo de memoria vacía: me lleva a pensar lógicamente que si intuyo el vacío es porque antes hubo algo. Empiezo a pensar, a hipotetizar qué pudo haber sido eso que lo cubría todo, que es tan grande siendo nada, imaginate si está lleno, sería una cosa impresionante... Así el objeto y las hipótesis crecen, se multiplican, se enredan y superan eso que uno pensaba que era la nada total, el vacío y es ya una frazada tan pesada en la cabeza que lleva días, sino meses (años) identificar de dónde y por dónde se entretejen las formas, las hipótesis, los discursos, las cosas y visiones de cosas, en fin.

Vos me entendés. Sé que te pasa. por eso el tiempo, disculpame, estoy acá nomás. Es como cuando durmiendo te solté la mano alguna vez y me pediste que no me fuera. Yo no me iba a ninguna otra parte, nada más te soltaba la mano. Insististe, y bueno, la señal de la mano sobre la mano es nada más que la certeza de la presencia del cuerpo que no se retira, entiendo. Es como eso: no me fui, nada más te solté la mano. Estoy acá, pensando, hipotetizando sobre el vacío que tuve que inventar para correr  ese todo que a pesar de lleno era nada.

Acabo de encender el último cigarrillo de una de las tres marcas de cigarrillo que tenía en la cartera. Tengo, bah, bueno, de esta ya es el último, es cierto, ahora sólo tengo dos. Esa es la realidad.

Fumo y pienso. Me gusta cuando ponés esa cara de 'Oh, cuánto tiempo', me gusta, en serio. Pero el tiempo que ahora te parece mucho es una cuota mínima en mi cotidiano. Vos a veces tardabas mucho para mí y yo también ponía esa cara de 'Oh, cuánmto tiempo', pero fue una práctica tan recurrente que en el correr de los días se hizo normal y ahora poco es mucho y mucho es lo normal y entonces ya es poco, esa idea, ¿entendés?

Y claro, a veces ni así. Pero bueno. Tu ternura te espanta, ¿no?. A mi me gusta tu ternura. En serio. Me gusta. No me mires así. Un dejo luminoso que se te escapa y sos, tremendamente una cosa tierna tan llamante y querible. Me gusta. Fumo, lo pienso y me gusta.

Pero, no. ¿Para qué? Así somos, aparentemente. Debe ser parte de nuestros ciclos. ¿No te parece? Y además qué importa si fue hace dos años... veintiocho años me parecerían casi una vida, si tardaras eso, claro, menos no, sí, se sentiría, pero menos de eso no es importante porque pasaron justo veintiocho años antes de la primera vista. ¿Entonces? Y eso, justamente. Está bien que sea así. Que me guste todo esto, todo eso. Si cuando estás, estás. Eso es lo que importa.

¿La próxima? Y ¿para qué? Si cuando estás estás, y si te besara, ¿qué importaría un rechazo, un enojo? si cada 'próxima vez' es la primera. No, eso no importa. Por eso cuando estás estás y te miro y eso me gusta. Quizás la próxima primera vez te bese otra vez de nuevo, con un beso nuevo. Total, de lo que uno nunca va a estar seguro, cuando se está estando, de que sea esa próxima primera vez, efectivamente, la última.

No, uno nunca lo sabe.




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