martes, 23 de marzo de 2010

Lo Que Mata Es

Se suponía que nos encontraríamos a las 23:00 hs.

Desde las dos de la tarde enviaba mensajes a mi celular. Yo quería dormir pero el teléfono sonaba y sonaba. Tendría que haberlo apagado.

Se suponía que dedicaría la tarde a la escritura del examen pero el frío me condujo a la música y a la tarea de pensar.

Hacía días que no pensaba. Ya me había puesto de mal humor.

Lo que mata es la indecisión, pensé. Y puse una pava con agua al fuego para reincidir en el mate. Y mientras hundía la bombilla en la yerba me convencí de ser una total y perdida reincidente. En todos los aspectos de mi vida.

El teléfono volvió a sonar. Ya no era él sino María Luisa, desesperada por la noticia de que adelantaron las fechas de las mesas. No contesté el mensaje. Me alteré. Me desalteré. Rindo. No rindo. Polos en mi cabeza mientras la pava silbaba. “Lo que mata es la indecisión…”

Se suponía que faltaban dos semanas y no una. Una semana es poco tiempo. Una semana es un siglo, pero un siglo es poco si considero mi preparación para ese examen que me acucia.

¡La pucha!, y el agua que hervía. Termo destapado.

Entre tanto masticaba un pancito de salvado. El salvado me da acidez.

Se suponía que era de tarde pero era re tarde. Me colgué. Otra vez.

El teléfono sonó una vez más… “No sé, avisame, te aviso, todavía no, qué vas a hacer, pero no me dijiste que… tuuuu tuuuuu tuuuuu”.

La indecisión apesta y hace que todo apeste. Me rindo.

Apagué el teléfono. Reincidí con el mate.

Pasadas las 23:00 me fui a dormir.

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