martes, 22 de diciembre de 2009

Lluvia

Ayer fue de tarde el agua no tan mansa que nos cayó y nada más podía verte caminar a pasos casi largos, medio corriendo medio detenido, vigilando un andar que era más el mío que el tuyo y que al mismo tiempo era tu andar el motivo de mi concentración.

Mi norte caminando a casa, ese lugar móvil en el que confluyen todos los lugares donde yo quisiera estar, pasear y quedarme a vivir y a morir.

No sé porqué todavía me voy de pensamientos y el tiempo es una aguja que me pincha despacito en los talones de la miseria cuando te vas.

No sé por qué a pesar de todo nace la angustia de pensar que cada nueva vez pueda ser la última vez. Y así.

Te dejo venir y yo me voy. Te dejo venir cuando venís y yo me voy, siempre. Tanto que ya estoy dudando de que sea yo la que te espanta cuando de verdad lo único que quiero es que te quedes.


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